Cronica de un evento
De la misma forma que cuando se
sube a una montaña se descubre que esa es la única forma de observar el paisaje
en todo su esplendor, solo dejando pasar el tiempo se puede valorar el pasado,
con todos sus matices, colores, olores y sentimientos.
En realidad es la falta de tiempo
lo que me ha obligado a posponer una semana esta crónica, pero sin duda
prefiero adoptar la otra teoría, ya que ofrece un atractivo extra a la
tardanza.
Sin embargo no deja de tener
valor por falsa, ya que pasado este tiempo, consigo rumiar lo vivido para
adentrarme más en lo importante. Gracias a ello, saboreo y profundizo lo
sentido, las impresiones recibidas, sin contaminación de las emociones
momentáneas.
Además, los «coletazos» como
mensajes y conversaciones posteriores, añaden un extra inesperado a lo
sucedido.
Disculpas y mentirijillas aparte,
paso a relatar lo acontecido:
Tal día como el viernes,
veinticinco de abril, tuve la inmensa fortuna de conocer de nuevo la risueña y
fuerte personalidad de Cristina Caviedes, fortuna que se alargó por todos esos
días. Su fácil y estridente risa, adornaron cada uno de los segundos que duró
el viaje y yo permanecí en su cercana compañía.
Primeramente, y después de pasar
media docena de veces (quizá exagere un poco, pero para cuando no llegue) por
el estadio Nueva Condomina, buscar calles inexistentes y certificar que en
Murcia hay casas por todas partes, arribamos por fin a los pies de una Gran
Dama, que coincidiendo con su nombre, Dama Beltrán, supo esperar un gran rato
nuestra llegada a la estación de autobuses, haciendo sus negocios de promoción
de su obra «Laberintos de engaños», entre viajeros/as y taxistas.
En fin, una gran persona, y una
gran escritora.
Con ella pusimos rumbo a San
Pedro del Pinatar, lugar de la primera presentación y donde conocí por fin a
quien una vez fue mi pareja literaria, y con quien espero coincidir en otra, Francisco Sánchez Lizón.
También tuve el gustazo de
conocer a la guapísima Sonia Córdoba y al simpático Alberto Valverde. La
primera con sonrientes y preciosos ojos, y Alberto con amabilidad y cercanía
infinitas, nos deleitaron, atropellándose a veces (Alberto habla mucho, aunque
muy bien), presentándonos su «Hijos de
Alcant», interesante y gruesa obra.
Francisco Sánchez nos
presentó su flamante «En los ojos del erizo», convenciendo de su calidad.
No sin razón, me recriminaron una
vez mi falta de intervención, pero ciertamente consideraba mucho más
interesante lo que con frescura y humor comentaba Dama Beltrán sobre su «Laberinto
de Engaños», y el resto de mis compañeros de sus respectivas obras, que lo que
tenía yo por decir.
En definitiva, fue interesante y
constructivo el acto, sin duda, donde la anécdota fue una mano, un pecho, una
concejala y una Dama. Ahí lo dejo.
Acabado este y a eso de las doce,
pusimos rumbo a Barcelona, donde llegamos sobre las seis de la madrugada, tras
un largo viaje amenizado por la dudosa calidad de una música que, afortunadamente,
casi no se escuchaba.
A esas horas se presupone que el
cansancio impedirá el disfrute de los placeres, sin embargo lo fue el conocer a
quienes nos esperaban despiertos: Maialen Alonso, noctámbula, bella, enigmática
y tímida; Carlos Rodón, extrovertido, organizado, sincero y amable; Y Gabriel
Romero de Ávila, entusiasta, abierto, algo exagerado y sensible. Quizá había
alguien más, pero a esas horas no tardé en ir a dormir.
Al día siguiente conocí el resto
de la tropa: Laura, algo tímida en un principio, sencilla. De esas personas que
no esconden, pero tampoco muestran lo que valen, lo que tienen, hasta que no se
lo pides o lo mereces. Mucho más guapa que Carlos (primera frase que escuché
sobre ella al conocerla, y con la que estoy plenamente de acuerdo);
D.W.Nichols, reservada pero agradable en un principio, interesante y
encantadora siempre. También tuve el placer de conocer a su guapísima hija Ariadna.
Poco hablé con ella, pero como todos/as, encantadora y cordial, y guapísima
(repito). Por supuesto.
Tras una caminata que nos llevó
hasta la bella Black Mask Llibreria,
lugar de la presentación, y a la
que llegamos en gran partegracias a Carlos (a quien seguíamos como patitos detrás mamá pato), y después de sorprendernos por la habilidad de Dama Beltrán con sus enormes tacones, repusimos fuerzas en el mejor de los restaurantes de comida basura de Barcelona. Y fue estupendo.
Sorprendentemente, mi ensalada
sabía a ensalada.
Fue después cuando conocí a un
sobrio, silencioso pero interesante Ricard Millás. Más tarde tuve la oportunidad
de conocerlo un poco más a fondo.
También pude conocer a un locuaz,
abierto y gracioso Antonio Sánchez Vázquez y su encantadora esposa y graciosa y
preciosa hija.
Athena Martínez resultó un poco
esquiva, pero acabamos coincidiendo en autopresentarnos.
La presentación fue genial. La
librería Black Mask se llenó de personas, yo llegué tarde y puse como excusa
estar tomándome un orujo, y Dama «acarició» sonoramente el hombro de Alberto.
Todo lo demás transcurrió con una
armonía y una tranquilidad prefecta.
Carlos Rodón, Laura López, D.W.Nichols
y Ricard Millás presentaron su preciosa obra «Como matar a…». Y digo preciosa
porque lo es, conjugando ilustraciones, relatos e incluso cómic, logrando una
atmosfera realmente atrayente.
Por su parte, la guapísima
Maialen Alonso, presentó con su encantadora timidez su también bella obra
titulada «Flor del crepúsculo», donde imprime la sensibilidad que le
caracteriza y su profesionalidad ilustradora (ella se encargó de mi portada).
Athena Martínez se desenvolvió
perfectamente en lo que era la primera presentación de su novela romántica
«Diamantes en el cielo».
Por otra parte, Ricard Millás nos
explicó sobre la nueva editorial de su creación Sven Jorgensen, así como su libro «La
hamburguesa humana».
El magnífico Gabriel Romero de
Ávila, con su innegable simpatía, habló de su «Nilidiam»
de forma clara y atrayente.
Conocimos
a Francisco Molina, quien nos informó de su próxima incorporación al equipo
Universo. Un buen tipo, sin duda.
Después,
turno de preguntas, flores para Maialen, fotos… y a por alguna cerveza. Unos
bocadillos que se hicieron de rogar servidos por un camarero sin gota de
sed, y a la cama.
Amanece.
Toño se olvida la mochila después
de cerrar. Carlos Rodón, como con todo, se hace cargo de la emergencia, y la
chica de la limpieza lo soluciona con sus llaves.
A Gerona. Llegamos tarde, hay que
ir deprisa… «Demasiado deprisa» murmuramos entre Ricard y yo. «Demasiado apretados»
piensa Maialen con la cabeza fuera de la ventanilla. Llegamos a tiempo.
¿La librería? Bonita, pero sin
una sola publicidad del evento, por lo que la asistencia es reducida. De todas
formas, comemos allí, ya que era también restaurante.
Lo más característico e
interesante de este evento, la comida. Y sobre todo, los/as comensales… casi
todos, porque sentarse frente a alguien que te bombardea con bolitas de papel
mientras comes, no es agradable (exagero, todas/os fueron estupendos).
Poco más tarde, cada uno/a a su
casa. Unos/as en avión, otros en coche y otros aguantando música.
Esto es todo, y no es poco, de lo acontecido por el menda,
quien se queda con lo mejor que alguien puede desear: la gente que conocí.
Palabras mágicas: San Pancracio
Marrón, besamelaeme ¿Alguna más?
Texto: Toño Diez.
Fotos: Autores/as del evento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario