A un mes vista...
Justo cumple hoy un mes desde la primera presentación de mi última
novela. Un mes desde la presentación en sociedad de un libro lleno de lugares,
color, sentimiento, humor, sexo, magia…
Treinta días en los que la apuesta por un nuevo proyecto pasa de la ilusión
a la realidad; del futuro al presente; de lo esperado a lo que sin lugar a
dudas va llegando, poco a poco, paso a paso.
Y ya toca hacer cuentas respecto a lo que se ha pisado y el camino que
se va andando. Y cuento:
Ciertamente, cuando se me propuso trabajar de nuevo con una editorial
entorné los ojos. Lo hice justo hasta donde me permitieron seguir mirando, por
no estrellarme. Más tarde, según pasó el tiempo, fui saboreando poco a poco
algo que comenzó a inclinar la balanza hacia un lado: humanidad. Intentaré
explicarme:
Si intento encajar sentimientos, cordura, humanidad, equilibrio y
reivindicación social en cada una de mis obras ¿qué menos que rodearme de
quien, a pie de campo, trabaja precisamente por hacer la vida más fácil a quien
no tuvo elección de caminar por el sendero más tortuoso? ¿Qué menos que acercar
mi hombro a aquellos que son capaces de abandonar el sofá y el cinismo de ser
solidario desde el Facebook?
Tras breves encuentros y pequeños contactos, mi obra (La Alegría del
Puente) quedó dispuesta para ser movida por el sinuoso circuito del mundo
literario. Y comenzó a moverse. Hubo quien la rechazó, quien la ignoró y alguno
se interesó por ella. Esto, en este mundillo, es una suerte, pues se suele
tener que andar mucho para recibir simples rechazos.
Sin embargo, fuera por lo que fuese, con esta novela hubo reacciones… para
bien y para mal. Me quedé con las positivas y seguí entornando los ojos para
mirarlas. Muchos kilómetros de carretera, encuentros con diferentes opciones,
algún premio literario de por medio y, lo que acabó por determinar el objetivo,
la capacidad de trabajo y esfuerzo.
Sin duda, alguien que da tanto trabajando tanto, no puede perder el
tiempo en engañar a nadie. Alguien que
se sostiene a base de impregnar en cada esfuerzo, sus mejores
sentimientos (aun siendo de cristal), no puede tener mala fe.
Un tiempo después y tras algunos meses de trabajo, se presenta mi obra
en el Café Iruña de Bilbao,
tal y como salen las cosas, con humildad, sencillez
y buen humor. No demasiada asistencia al coincidir con partidos del Atletic,
fiestas varias de cumpleaños y el comienzo del carnaval… pero con esa
competencia, sin duda, nos quedamos los mejores. Y yo con un gran sabor de boca al conocer gente excelente (siempre es lo que más me ha gustado de estas cosas).
Más tarde se repitió el evento en Soria, donde competimos con el frio y
la nieve. Y de nuevo un enorme placer.
En definitiva, un mes desde el inicio, y todo ha sido satisfactorio. Un
mes en el que he podido comprobar que, independientemente de cuanta sea la
respuesta de los lectores/as respecto a «La Alegría del Puente», ya salgo en
positivo al tener la oportunidad de vivir otra vez experiencias, conocer
personas geniales y una cosa que me arranca una pequeña esquirla del corazón y
me devuelve un poco la esperanza en este mundillo: existen profesionales, gente
seria y que cumple con lo que se acuerda con una firma (y no me cabe la menor
duda que también con un apretón de manos), personas que se entusiasman con lo
que de verdad importa, que son las personas, los sentimientos.
De tal forma puedo decir en este momento, que mi editorial, Agalir
Ediciones, responde. Ni más ni menos, que no es poco. Su compromiso radica en
acuerdos serios y en la humildad, sin aspavientos ni grandilocuencias, sino
como se anda en la seguridad del paso a paso. Del momento.
Nunca se sabe qué ocurrirá mañana, pero lo que es seguro es que el hoy
es lo único que existe. Y en ese «hoy» es en el que puedo decir que creo que no
me he equivocado.
Un mes y todo funciona. Gracias
Iñaqui, Agurtzane… Sentimientos de Cristal.
Toño Diez.
Toño Diez.
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