jueves, 2 de mayo de 2013

A la mujer que me lleva consigo


A la mujer que me lleva consigo


Me pides que te escriba, pero no puedo.
Que mi corazón no tiene dedos que puedan escoger, con la pluma fina del sentimiento, las palabras inexistentes que expliquen, cuanto te quiero.
No basta el mundo, para albergar el tiempo que quiero pasar contigo, ni alma inmortal que disponga del suficiente, como para tantear siquiera, lo que necesito de ti, porque sin ti, nada tengo.
Que no es mi vida la que poseo, sino un suspiro de aliento por tenerte, cuando no te tengo. Que no es todo su espacio, que necesito el de mil como mi pecho, para albergar un segundo, que me dediques de tu propio tiempo.
Mírame, y no esperes palabras, que sólo enrarecen momentos. Bésame en la mejilla, regálame besos, que es con ellos con los que marco mi vida, que es tu tiempo. Tiempo que no pasa, esperando el próximo beso. Espacio que no ocupa, si no lo marcan tus brazos, envolviéndome el cuello.
Cuenta mi piel, paseando tus dedos, erizándome el bello. Dibuja con ellos sonrisas en mi espalda, suspira conmigo, al compás de mi pecho, y regálame al final, tu tiempo, ternura, sonrisa y afecto. Y no busques las letras, que no hay nada nuevo. Son todas tuyas, las que escribí, las que escribo y las que esperan en el tintero ¿Acaso no lees, que lo que tengo dentro es lo que expreso, es lo que eres, es como te siento? ¿Acaso no sientes, que ardo por dentro, que me queman las voces que llevo, intentando salir por mis dedos, sangrar en mis versos, huir de mí, para ser libres... y no les dejo? Porque no soy capaz, no les dejo. Porque un poco te pierdo, si las libero. No me pertenecen, mas las retengo.
Me pides palabras, escritas con mimo, más no puedo decir, ni la mitad de lo que siento. No tengo frases, canciones, poemas o versos, que no sean tuyos, porque todo lo que escriba lo tengo adentro, y todo lo que tengo, lo que soy, todo yo, te pertenezco. Y es que tengo atadas las manos, enredadas en tu pelo, detenidas al fin con la mirada que tienes, clavada en la mía, en mi espacio, en mi cerebro, cosechando eternidad, amor y deseo.
Me pides que exprese, todo lo que siento, y no siento nada, sólo te siento. Y no es poco, es más que un ciento, y mil veces ciento, porque no tengo nada, si no te tengo. No soy nada, si no te siento. Y tenerte conmigo, es todo mi anhelo.
Me pides al fin, que escriba de ti, y te dedico un cuento. Sólo un cuento. El de la Luna que cruzaba el limbo, en busca de un Sol, que escondía su luz, cuando brillaba en el cielo. Cada día amanecía, y al atardecer, marcaba el frio. Y hacían un mundo, los dos, lleno de historias y sentimientos.
No sé si soy Sol o Luna, historia, brillo o cuento, pero de lo que estoy seguro, de lo único que presumo, es que tú, eres mi firmamento.




 Texto&Foto: Toño Diez.