martes, 5 de marzo de 2013

Castellano



         Homenaje merecido, a las gentes de Castilla, en especial a mis hospitalarios amigos/as, capaces de ceder su hogar, por mi simple comodidad.


         Castellano. Insolvente en sentimientos.
         Que ignoras lo viejo e imploras lo nuevo y, olvidando el pasado, presumes de ello.
         Presumes de antiguo, te avergüenza el presente, y miente tu estado. Rechazando lo extraño.
         Castellano.
         Que observas de frente, murmurando palabras con ojos en soslayo.
         Silencio en tu boca, prefieres callar a mentir al extraño, relajar los sonidos al nivel de tus gestos, retrasar los sabores por tener más y más tiempo.
         Castellano.
         Verbo seco, adusto al forastero.
         Imposible ver tu tierra, sin colocar las pupilas en lo alto del rostro y, buscando horizonte, levantar la barbilla, entornar la mirada, tensar el momento, apretando los dientes, cerrando los puños y acabar tiritando.
         De tanto amar tu dura, fría, rancia tierra, el gesto austero, cristalino de frio, escaso en sonrisa y generoso en arrugas, en tu cara se queda, como marcando un negocio. Negociando el pasado.
         De  tanto odiarla, escupir y maldecirla en silencio, su implacable indolencia, hace del corazón, piedra.
         Como tu tierra.
         Piedra de caja y arena en las venas. Polvo seco, trigales, castillos y campos.
         Sin árbol, campo. Sin agua, hierba.
         A nadie engañas, nadie te engaña, vives engañado.
         Esperando que venga, buen tiempo y sosiego. Sudor, silencio y brumas, entregas a cambio.
         Adusto esqueleto de parca sonrisa, dura mirada, áspera piel que recubre tu cuerpo, chaparro, fuerte y oscuro. Altivo, libre y atado. Tedioso, tranquilo y rocoso. Completo en carencias, repleto en amargos.
         Castellano.
         Altivo gesto cenicero, completa la figura del indolente amo, de siglos de espadas, azadas, yugos, sandalias y barro.
         Respiras historia, escupes fango. Resultas al tiempo, amargo, espeso, frio, austero, rancio. Altivo, sincero, distante, solitario y extraño. Y sin embargo, grande.
         Siempre grande. Sufrido y grande. Claro y grande. Extinto y grande. Siempre grande.
         Castellano.
         Tan lejos te encuentras de abrazos, y tan cerca para abrazarme. Tan apegado a tu tierra, y en cambio, tan errante.
         Desconocida tu raza, por miedo, pereza y envidia. Abandonada tu hacienda, por no quedarse.
         Gracias, castellano. Que el tiempo acompañe, tu paso del tiempo. Que el día ilumine, tus extensos campos, que la lluvia limpie, tu cementa mirada.
         Castellano, gracias, castellano.
 

          Texto: Toño Diez.
          Foto: Jose Bueis Aguado.

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