sábado, 9 de febrero de 2013

A mi Amada Distancia





A mi Amada Distancia


         Me callo y escribo. Y escribiendo, guardo el corazón en mis manos, deseando abrazarte. Acomodado en mis palmas, intento que no se enfríe, iluminándolo con tu recuerdo, y entregándolo a los rayos que se filtran del fuego de mi interior, y que amenaza con derretir… mi vida
         Dejo el objeto, que ya no me place si no te pertenece. Lo deposito con cuidado por no ser ya mi valor, sobre la mesilla, justo al lado del pliego que ha de recoger, lo poco que queda de mi mirada cuerda, lo poco que queda del hilo que resta la razón a la realidad, aparcando la felicidad y dispuesto a sufrir y escribir, con mis manos ya libres de él y mi pecho de su peso, la carta más sucia, más necia, más dura y más fea.
         Ya necesito escribirte, mi Amada Distancia, la carta de amor que jamás he de mandarte, por no existir cauce que pueda traerte con ella a mi interior. La carta de odio, por no pertenecerte a ti, por no ser ya de mí.
         La carta de desprecio infame por no saber cómo atraer tu atención, tu ilustre mirada, tu intenso aroma cargado en tu cabello, al lado de mi almohada. Cerca de mi cara. Rozando mi esperanza.
         Mi Amada Distancia, desprecio mi cama, por no ser la tuya. Desprecio mis oídos, por no conocer tu palabra; desprecio mis ojos, por no atisbar tu sonrisa; mi boca, por no saborear tu aliento. Desprecio mi cuartilla sobre la que escribo estas letras, por no poder siquiera susurrar con mi alma, lo que escupo con mi verbo.
         Saboreo con pastosa quietud, lo que tu lengua nunca dirá con murmullos en francés, con timbre de melancólica suavidad, con la húmeda sentencia de lo mundano, con la estúpida lentitud de quien dice lo que el otro quiere escuchar, sabiendo que el dictado del corazón, no rememora nunca con tanta precisión, como recita la mente lo aprendido por compasión.
         Imagino después, ser tu espacio. Intangible y falto de tanto, como de mí. Me estremezco pensándolo sólo por un momento, y al instante rechazo el aire que me rodea, porque no pasa por tus pulmones. Y no lo quiero pues, muriendo despacio, soñando que un día serás parte y sensación, de lo que me resta ahora para seguir viviendo, me siento vivo. Recordando recuerdos, que jamás existieron, sumando invenciones a mis esqueléticas esperanzas… Sólo por eso vivo, y gracias a ello, muero.
         Mi Amada Distancia, no me resta mucho más que decirte que desde tu cruel inexistencia no percibas. Sin ser real, sin ser ficticia… te amo. Te amo, te espero y te repudio, y quiero que me quieras sin sentir, odiarme sin piedad, matarme con crueldad, por un amor que nunca sentirás. El mismo que nunca sentí.
         Mi Amada Distancia, llora por mí, lo que pueda recoger con mis palmas juntas bajo tu tez, para que me permita beberte… un poco. Llora o ríe, lo que más te plazca, pero que sea por mí. Por mi patética figura de caminante rocinante, por mi arrojo de loco estrellando mi montura que por no ser yo un loco, ni tú gigante, no existe excusa alguna, para retener mi esperpéntica conducta.
         Mi Amada Distancia, te dejo el pijama, hecho de deseo por tu cuerpo, tus ojos y tus pestañas, colgado en la esquirla que queda, de mi desesperado y teatral cordura. Póntelo cuando vengas, y yo ya no esté.
         Necesito escribirte. Y muero. Y espero, y siento y vivo y espero. Y muero, cada segundo, un poco más.
         Pero ven. Entra conmigo en mi sueño, justo tras estas letras. Aquí. A mi lado. Pero no me roces, no me mires, no me huelas. Permanece quieta, sólo por un instante. Y sólo ese instante será mi vida. Mi vida entera. Y cada día veré lo que sientes, sólo por ese instante, en el que a tu vera, descubrí que me sientes. ¿Qué veneras?
         Ven. Entra conmigo en una locura de la que sólo tú saldrás, pues únicamente tu respiración en mi piel, supondrá la razón por la cual ya no es necesario que siga contigo. Ni conmigo, ni con nadie que no me llore, que no me tenga.
         Y es que tu trono se encuentra en mi sueño. Tu cama en mi mente, y bajo la cama, la Luna. Es tuya y, como yo, te necesita para ser llena.
         Mi Amada Distancia, por favor, nunca vengas.

         Toño Diez


 
Safe Creative #1301284444924