Viejo (3 de 4)
Y había más
cosas como haber observado más veces el atardecer; haber madrugado muchos más
días para respirar el frescor, pasear por las húmedas calles, o por los parques
llenos de rocío; haber dormido más veces bajo las estrellas; haber chapoteado
en los charcos; haber gritado en los acantilados; haberse manchado de barro,
pintura…; haberse calado hasta los huesos bajo la lluvia, haber dibujado en su
cuerpo con lápices de colores… Haber reído más. Haber reído mucho más. Mucho
más con ella. Y mucho más de sí mismo.
Y tenía que haberla mirado mucho más.
Ahora, con sus huesos doloridos, sus
ojos desgastados, su voz temblorosa y sus músculos entumecidos, a lo único que
podía aspirar era a reconocer a su compañera de vida y recibir sus abrazos y
cariño. Y no era poco eso, pero quedaba corto, muy corto, porque la factura era
dura y muy pesada.
Sentía que ya estaba todo finalizando.
Él estaba acabando.
Y no le daba miedo terminar, sino
hacerlo sin dejar su propio “punto y final”. Por lo menos en las cuestiones
verdaderamente importantes de su vida. No quería dejar cabos sueltos. Por eso
estaba decidido a escribir sus volátiles recuerdos. Era una forma de revelarse
contra su propio e inevitable destino. La única cura que podía resistirse al
olvido. Lo escrito, ya no se olvida, aunque no se recuerde.
Pero cada vez lo
veía más complicado. Cada vez se le hacía más cuesta arriba. Recordar, a veces
era tan duro como difícil. Llegaba incluso a confundir los recuerdos reales con
los creados por su propia imaginación. Y había tanto que contar…
La ventaja era que, entre realidades no
dolía nada, no sufría, no recordaba. Lo doloroso se encontraba fuera. Era notar
cómo se marchaba poco a poco.
Se le antojaba ser un avión en la pista
de despegue, preparado para elevarse, cogiendo cada vez más velocidad y al fin,
elevarse a los cielos en una inclinación imposible. Para nunca volver a
aterrizar.
Abrió los ojos ¿o quizá ya los tenía
abiertos? Sí, estaban abiertos. Le escocían por lo secos, aunque no dejaban de
lagrimear.
Toño Diez.
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