lunes, 27 de octubre de 2014

Ella nunca llora de pena



Ella nunca llora de pena



Ella nunca llora de pena.
Que sus lágrimas no desperdicia en momentos que no recupera,
ni las vierte en amores perdidos  ni en sueños baldíos de gente que no le interesa. 

Y no habla si no la preguntan.
Que responde cuando ella quiere y escupe si quiere afiladas palabras,
como si quien la escucha fuese el suelo y su boca atractivas pisadas,
que los charcos jamás desagravia.

Ella es bella, todo el mundo lo sabe.
Y se cree la mejor de entre el fango sin dar validez a falacias vacías,
o mentiras piadosas que buscan morder en el ego intentando vender lo barato,
que es convencerla de ser la mejor por satisfacer lo exterior,
sin dar importancia a lo que vale y lo que interesa.
Y ella lo sabe.

Es bella y silenciosa. Que solo grita si folla, y si no,
llora y patalea en las esquinas buscando las presas que arranquen de ella lo que precisa.
Que es valiente y no quiere gente que diga y que diga lo que quieren que diga,
y no le importa que piensen mentiras o disimulen ficciones,
pero a su lado no quiere mamones.

Es deseo, vicio y gula.
Y son sus babas las de una loca que suelta improperios sirviendo verdades,
y eso a nadie le gusta. 

Es ella sola y complemento,
y si te mira no es por conocerte que su talento reside en la vida y ya no pregunta,
desnuda por dentro.

Le gusta llamarse “La zorra”.
Y lo hace a golpes con la boca llena de sangre,
manchando sus dedos del rojo que tiene en el vientre,
marcando con ellos el alma de quien osa mirarla de frente,
por inconsciente.

Araña y ruge cuando fornica.
Que no ama y son sus caricias como zarpazos de gata y aúlla a la luna
mientras disfruta silbando como una cobra,
una canción de cuna.
Asalta a la presa, que no tiene amores,
y ronronea atontando la mente que espera el momento de ser masticada,
y la devora.

Viaja siempre desnuda.
Revestimiento que deja en duda por no ser piel lo que muda,
si no girones de seda fina que hiela el día
y que en la noche reluce a la luz de la luna.
Seda que son amores en trozos y lágrimas de quien la espera,
por cruzarse con ella y mirando un rubí en la noche no ve que la hierba fresca,
solo es la cortesía.
No conoce avaricia.
Todo lo quiere y todo lo tiene pero a su lado nada perdura.
Que todo en su vida es para un rato,
y nada se enquista en su tiempo, que es solo suyo,
y si no huye al momento es su problema,
que ella pronto se olvida.
Sufre con ella el tiempo, nada en ella la vida.
Domina.
Y gusta de rozar con el pecho el suelo cuando toma deseo y escupe fuego,
congelando el aire y el viento y empujando con ello al hambriento.
Copula y enfrenta embistiendo pues ella recibe y entrega,
que nadie la toma, que ella es su dueña.
Y tú eres de ella.

Tres veces se arrancó las venas.
Y en ninguna su sangre sació su capricho.
Tres sorbió sangre ajena olvidando las penas que ella causaba,
teniendo en vela esas almas,
que cuando otros lloran ella recorre las sendas mojadas
que en la piel dejan lágrimas marcadas,
como otorgando limosnas en lugar de pasiones,
dejando morir de amor y, enfrente,
soslayando morbosidades. 

Ella nunca traiciona, que viene de frente.
Siempre sabes cuándo te tiene, porque eternamente te tiene.
Que nada te debe y nunca te quiere,
y si elige a otro con la mirada, callas,
que tú como él solo eres carnaza,
y te paga con poder observarla, mirarla y no resultar indemne,
que ser diana de sus antojos y de sus caprichos morada, es tu mayor anhelo.
El fin de tu esperanza.

Ella cubre sus pechos con hojas de parra.
Y el infinito le debe su vida porque sin ella no tiene cabida.
A nadie le pide besos, que posee todos los del mundo,
y le pedimos permiso a ella cuando queremos alguno,
para usarlo con ella. Y solo con ella.

Ella es ella y yo solo soy ella.
Me tiene en su cama si quiere. Y si no me da muerte muero sin ella.

Foto y texto: Toño Diez.
Foto: Nicolás Saracchini Fotografías
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domingo, 7 de septiembre de 2014

Penitente sobresueldo


Penitente sobresueldo



Dicen del falso infierno, que en sus fauces encierra señores dementes de infausta tierra, que defienden indecentes frases marcadas por promesas, y que con signos simples e ilusiones, esperan.
Profetas de días donde la luz no llega, de historia lejanas repetidas por mentira hasta que la verdad cansada asoma, y cualquiera, sin ser, acaba siendo, por cobarde, sumiso o infame.
Dicen que la hoguera arde para alumbrar mentes perdidas en angostos desfiladeros, allí donde la tierra termina, donde comienza el caos, donde la cordura pierde espacio para perecer presa. Y en aquella, se quema.
¡Ah, necios de necesidad! que desatan incendios por perdurar y son los primeros que arden. Y recorren descalzos el camino, y de flagelos marcan sus pasos con sangre, y lloran aparentando dolor, cuando saben que solo es disimulo que venden al mejor postor. Al más profundo de los necios, al más estúpido de los incautos que dejen su espíritu al descuido de cualquier cazador de almas.
¡A la hoguera con ellos! ¡A la hoguera y que no vuelvan!

Foto y texto: Toño Diez.
Título: Motxo.

lunes, 7 de julio de 2014

Soledad en mi celda




          Vivo coleccionando sueños, amores y destierros, y luego si puedo los suelto, para que escapen del infierno.
           Vivo deseando la Luna, como si fuese alguno de ellos, y al ponerse de madrugada, muero.
           Cuando abro la jaula para que escapen, sólo uno se queda conmigo, es el que más odio y del que dependo, el que más quiero y al que deseo, pues con él construyo los barrotes, que me libran del mundo perfecto, que espera más allá de mi celda… y temo como temen los niños.
           Soledad que te quedas inerte, para que crea que lejos te has ido, y llorando suplique tu vuelta, llorando por miedo al destino, construye con fuerza mi celda, mucho más no necesito, que odiarte me hace estar vivo, y amarte consume mi fuerza.
           Amarte por siempre. Amarte en mi celda.

                     "Soledad en mi celda." Toño Diez.




          Foto y texto: Toño Diez

viernes, 16 de mayo de 2014

 

 

BookTrailer de la novela "Borrador de un libro en blanco"

(Para la música de la página para escucharlo bien, esquina superior izquierda)

 

 



La novela se puede adquirir en la propia editorial:

Editorial Universo

En Amazon:



http://www.amazon.es/Borrador-un-libro-en-blanco/dp/8494245902/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1400109906&sr=1-1&keywords=borrador+de+un+libro+en+blanco

O si lo quieres dedicado, mandame un correo aquí:
borradordeunlibroenblanco@gmail.com






 

domingo, 4 de mayo de 2014

Primer domingo de mayo


Primer domingo de Mayo



Y resultó que nunca fui hija, porque nunca tuve madre.
Y que los días de celebración, no eran tales, sino recordatorios de mi carencia. Mis carencias.
 Resultaba que días antes, en el colegio, el revuelo que se formaba por la cercanía del gran domingo, nunca me incluía. Y resultaba que los regalos en manualidades destinados a una madre, se quedaban adornando siempre mi pupitre. 
¡Ah! ¡Qué sensación de vacío, cuando era la única que lo conservaba, el lunes por la mañana!
 Era duro saber que el objeto no tendría destino, pero más sentir las miradas de compasión que la profe me destinaba. Las indolentes y crueles preguntas de los niños y niñas de la clase, cuando se enteraban:
          ―¿Y para que lo haces entonces? ―preguntaban.
          ―No lo sé ―respondía insegura.
          ―Si quieres yo se lo doy a la mía ―proponía el más sensible.
­          ―Te puedo prestar a la mía ―ofrecía el pequeñín.
Como respuesta, yo lloraba. No sé muy bien si por pena o por simpleza, pues no era del todo consciente de lo que pasaba, todos me dejaban a solas. Quizá para eso lloraba.
Pero para nada lo conseguía, pues si cruel eran los compañeros, más duro campear la compasión bienintencionada de la profesora. Se acercaba, me tomaba la mano y me decía:
          ―No llores mi niña, que algún día será tu día.
Entonces, yo callaba.

Enormes vueltas me dio la vida, desde el cole hasta ser humanitaria. Viajé por el mundo entero, consolando a los niños que necesitaban, por no tener ni padre ni madre, ni abrazos que les reconfortaran.
De esos que de este día no saben nada, ni se enteran de las moscas de la cara. De esos de miradas perdidas, vientres hinchados y caras sonrisas, sin regalos ni pupitres para dejar regalos, de manos sucias por falta de agua… donde lavarlas.
Pero todos los años por estas fechas, yo me escondía por no recordar, que me faltaban todos los recuerdos, que lloraba por recordar, que nunca celebré nada, ni tuve nada por celebrar.
Y nadie me buscaba. 

Ahora tengo ya muchos años, y aún siento lo que me lacra. Y no he querido tener niños, por miedo a ser yo para ellos la que les falta.
Ahora tengo ya muchos años, y si la madre me sigue faltando, añoro ahora también regalos, felicitaciones y agasajos. Añoro esos hijos y nietos, que me digan lo que me quieren, y que me regalen abrazos.
Este primer domingo de mayo siento que tanto me falta, que bien podría pegar un salto, hasta el siguiente lunes de Pascua.
Y ya no puedo esconderme, ni interés en hacerlo tengo, pero me pierdo creando recuerdos, de lo que nunca fue, y jamás pudo haber sido. De lo que no pasó en un tiempo, y procuré que nunca fuera un tiempo perdido.
Cada primer domingo de mayo, yo no celebro nada, recuerdo lo que me falta.
Cada primer domingo de mayo, recuerdo a quien les falta.



 Texto y foto: Toño Diez. 

miércoles, 26 de febrero de 2014

La soledad atractiva del silencio




La soledad atractiva del silencio



          La soledad atractiva del silencio. Que insulta hasta la profunda alma del viento, que invierte el tiempo en espacio abierto, la tenue brisa de la esperanza, en el fulgor del fuego de un perdido anhelo.
          El retiro incierto del camino yermo, que un día todo el mundo pisa, y nadie repara en su atractivo y estéril desierto del tiempo.
          ¡Espera, que enseguida llego! Y espero, aunque  nunca rebaso el cuenco de mi estrecho gozo. De mi escaso duelo.
          Clausura falsa en la que me encuentro, rodeado de callada afonía, empapado de ocioso talento ¡Qué indolente es su paso, por el camino que marcho haciéndolo! como quien tropieza en el mismo cerco, en la misma valla, atrapado en el mismo aliento.
          A veces con odio marco entero el cielo, después lo borro… y espero. A veces me asfixia, a veces me muero, las más entristezco, y sueño despierto.
          Soledad maldita que cubre el otoño que pasa mi cuerpo. Soledad vendita que me acompaña, por mi vereda en silencio. Ocaso, revuelto.




 Texto: Toño Diez. 
 Foto: Judy Dater