La soledad atractiva del silencio
La soledad atractiva del silencio. Que insulta hasta la
profunda alma del viento, que invierte el tiempo en espacio abierto, la tenue
brisa de la esperanza, en el fulgor del fuego de un perdido anhelo.
El retiro incierto del camino yermo, que un día todo el
mundo pisa, y nadie repara en su atractivo y estéril desierto del tiempo.
¡Espera, que enseguida llego! Y espero, aunque nunca rebaso el cuenco de mi estrecho gozo.
De mi escaso duelo.
Clausura falsa en la que me encuentro, rodeado de callada
afonía, empapado de ocioso talento ¡Qué indolente es su paso, por el camino que
marcho haciéndolo! como quien tropieza en el mismo cerco, en la misma valla, atrapado
en el mismo aliento.
A veces con odio marco entero el cielo, después lo borro… y
espero. A veces me asfixia, a veces me muero, las más entristezco, y sueño
despierto.
Soledad maldita que cubre el otoño que pasa mi cuerpo.
Soledad vendita que me acompaña, por mi vereda en silencio. Ocaso, revuelto.
Texto: Toño Diez.
Foto: Judy Dater