Tres palabras prestadas
Préstame
tres palabras, prometo jamás usarlas.
Serán
las tres únicas, nunca gastadas, aunque vuelen desde tu boca hasta mi mirada. Y
será mi mirada, porque no quiero escucharlas, que si lo hiciese, podría tener
la tentación, de pronunciarlas.
Y
no quiero, no quiero gastarlas. Quiero guardarlas, sólo para mí. Que no las
oiga el viento, ni las perturbe las
olas, de la mar sazonada. Que nadie distraiga las formas, que llevan encerradas.
De tal manera que ningún amor, en la vida, pueda maltratarlas.
Leeré
tus labios, y cerraré la mirada, para que no puedan escapar, de mi pupila
dilatada. Para que estén siempre conmigo, dentro, acunadas. Que nunca me encontraré
vacío, si están ellas arrulladas, por el ronroneo de mi voz, por el susurro del
corazón, por el murmullo del calor, que el deseo de amor les proporciona, en forma
de almohada.
Préstame
unas palabras, y vete. Nunca después, he de necesitar, compañía en la tarde ni en
la mañana, pero ven por la noche, que son frías y están oscuras, si no iluminas
mi habitación, con el calor de tu mirada.
Ven
por la noche, y envueltos en las mismas sábanas, cuéntame otra vez, sin
pronunciar, unas palabras, que narren el roce de tu voz. Pronuncia en mi
espalda, en forma de aliento templado, de saliva esparcida, con la punta de tu
lengua, la misma lengua que presta palabras, la misma que quiero repartida, por
mi piel desnuda, limpia, aterciopelada, tensa de escalofríos al recordar, esas
palabras.
Revuelve
tus brazos con los míos, tengamos entonces un orgasmo, en silencio, repartiendo
abrazos, sonando palabras, regalando versos, de esos que no están escritos, de
esos que nadie proclama, que son palabras prestadas, por sensaciones jamás pronunciadas.
Éxtasis
de amor y silencio, sudor y telas manchadas, de frases sin pronunciar, de
soledades y miradas.
Y
vete al amanecer, déjame en mi cama, con mis versos y mis palabras prestadas,
con mis sábanas y almohadas.
Texto: Toño Diez.
Foto: Iván Arencibia Photography
No hay comentarios:
Publicar un comentario