lunes, 21 de noviembre de 2016

Estatua de marmol.




Extendía los dedos al término de un brazo en alto, y alzando la mano en vano, buscaba un rostro como palpando un alma templada, dentro de una estatua de mármol.
Miraba perdida con ojos opacos, ahogando en deseos llorosos y sueños nostálgicos, esperanzas tiernas que buscando derrotas construyen falsos relatos; codiciando disfrazar de verbos, antiguos pasados.
Se estiraba por fuera llorando, por dentro aspirando: ¿qué traen los viejos demonios? ¿qué, si no son infiernos, retratos? ¿qué tacto en los dedos se convierten en la piel, llantos? Si cuando tocan ya nada sienten, nada tienen, nada queda sino espera de un tiempo pasado.
Extendía la mano y no llegaba. Jamás llegaba a una cara que esperaba erizando la piel, su tacto.

 Toño Diez
         Imagen: Georgia O’Keefe por Alfred Stieglitz

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